Marx no tuvo tiempo de elaborar en forma sistemática una teoría de las crisis. Había reservado esta elaboración para uno de los tomos no escritos de El Capital, el tomo dedicado al mercado mundial. Pero en el tomo 3 de El Capital, en las Teorías de la plusvalía, en diferentes contribuciones periodístico-descriptivas, así como en su correspondencia, Marx y Engels han incluído suficientes pasajes que tratan del ciclo industrial y de la crisis como para que se pueda hablar de una verdadera teoría marxista de las crisis, sin forzar los textos o falsificar su pensamiento.
La explicación marxista de las crisis
La teoría marxista de las crisis rechaza toda concepción monocausal. Las crisis no se deben exclusivamente al exceso de capitales (sobreacumulación) o, lo que es equivalente, a la insuficiencia de la masa de plusvalía producida corrientemente. No se deben exclusivamente a la insuficiencia del poder de compra por parte de las masas. Tampoco se deben exclusivamente a la desproporción entre los dos departamentos fundamentales de la producción, el departamento de bienes de producción y el departamento de bienes de consumo. Todas estas causas desempeñan un papel en el desencadenamiento de las crisis y en su reproducción cíclica, pero ninguna de ellas determina, por sí sola, el estallido regular de las crisis.
La razón por la cual Marx rechaza toda explicación monocausal de las crisis es que considera al ciclo industrial y a las crisis de sobreproducción en las cuales aquél desemboca regularmente, como inherentes al modo de producción capitalista mismo. Este modo de producción está basado sobre la producción mercantil generalizada. Es del hecho de que los medios de producción (incluídas las tierras) y la fuerza de trabajo se han convertido en mercancías, de donde se desprende la relación capital/trabajo asalariado, es decir el modo de producción capitalista.
Ahora bien, producción mercantil generalizada implica un trabajo no inmediatamente social, implica contradicción entre trabajo pri vado y trabajo social, disposiciónfragmentada de los medios de pro ducción (es decir propiedad privada en el sentido económico y no puramente jurídico del término), fluctuaciones de las inversiones en el tiempo, contradicción entre valor de uso y valor de cambio, con tradicción entre mercancía y dinero. De ahí se desprende la oposi ción fundamental de Marx a la "Ley de equilibrio" de J.B. Say y a errores paralelos de Ricardo. Para Marx, la producción no crea automáticamente su propia demanda, rechazo de las tesis que son retomadas por los monetaristas y los economistas "supply-side" de hoy. Del mismo modo, la demanda no crea automáticamente su propia producción, rechazo de las ideas que son retomadas por los neo-keynesianos de hoy.
La crisis hunde sus raíces en el hecho de que las condiciones de producción de la plusvalía no implican automáticamente las condiciones de su realización (no coinciden automáticamente con ellas).
En este sentido, en el marco de la teoría marxista de las crisis, la crisis es a la vez una crisis de superproducción de capitales y una crisis de superproducción de mercancías. En su preparación y en su estallido intervienen todas las contradicciones internas del modo de producción capitalista. Se puede representar la crisis como deter minada fundamentalmente por la caída tendencial de la tasa media de ganancia en la medida en que las fluctuaciones de la tasa de ganancia resumen el conjunto de estas contradicciones.
Por su esencia misma, la crisis capitalista es entonces una crisis de superproducción de valores de cambio. En esto, ella se contra pone a las crisis de las sociedades precapitalistas y a las crisis en las sociedades post-capitalistas, que son esencialmente crisis de subpro ducción de valores de uso. Estas crisis se combinan allí, en grados diferentes, con fenómenos ligados al mercado, en la medida en que la producción mercantil se desarrolla o sobrevive en estas sociedades. Por el otro lado, mientras subsiste el modo de producción capitalista, y la economía continúa siendo regida por la ley del valor, las crisis de sobreproducción son inevitables.
La explicación marxista de la crisis actual
La recesión 1980-1982 ha sido la vigesimoprimera crisis de super producción desde el "nacimiento del mercado mundial de mercan cías industriales", como lo llama Marx, nacimiento que se sitúa hacia 1825. Esto da una media de duración del ciclo industrial de 15 años, divididos por 21, es decir de 7.5 años, confirmación total de una hipótesis de Marx. La naturaleza misma del ciclo. industrial implica que no hay "crisis permanente". Después de la recesión viene la recuperación, aunque sea vacilante, poco profunda, de duración relativamente limitada y no sincronizada. Creemos que una recupera ción comenzó ya en 1983, por lo menos en Estados Unidos, en la República Federal Alemana, en Gran Bretaña, en Canadá, así como hubo una recuperación entre la recesión de 19741975 y la recesión de 1980-1982.
Nosotros definimos las crisis después de la segunda guerra mun dial -en la época del capitalismo tardío- como recesiones, porque son crisis combinadas con unainflación permanente que atenúa parcialmente sus efectos. La inflación del crédito, es decir de la moneda fiduciaria, de la "moneda bancaria", permite vender más mercancías que con el poder de compra efectivamente creado durante el proceso de producción. Permite acumular más capitales que con la plusvalía efectivamente producida en el curso del proceso de producción y realizada en el curso del proceso de circulación. A pesar de toda la demagogia de los monetaristas y todas las medidas deflacionistas tomadas por los gobiernos burgueses (tanto de "dere cha" como de "izquierda"), la inflación subsiste en el curso del actual ciclo industrial, aunque ella haya sido reducida con relación a los años 70 (pero. no con relación a los años 50 y 60).
Pero el capitalismo tardío no puede atenuar durante un período limitado sus contradicciones internas por medio de la inflación per manente sin pagar un precio elevado -a la larga insoportable- por esta tendencia: la desorganización creciente de su sistema monetario internacional, los crecientes riesgos de hundimiento de todo el sistema bancario y de todo el sistema de crédito internacional.
Hipócritamente, los capitalistas y sus ideólogos concentran su fuego, a este respecto, sobre las deudas de los países llamados "del Tercer Mundo" y de los Estados llamados socialistas (que nosotros preferimos llamar Estados obreros burocratizados o Estados post -capitalistas). Pero en realidad, el capitalismo atravesó un imprevisto boom económico después de la segunda guerra mundial flotando sobre un océano de deudas que desbordan hacia cuatro orillas: 1) las empresas capitalistas privadas, incluidas las firmas multinacionales; 2) los países del Tercer Mundo; 3) los gobiernos imperialistas; 4) los gobiernos de los Estados obreros burocratizados. De estas cuatro masas de deudas, la más importante es la primera y no la segunda. La tercera ya superó a la cuarta y puede superar a la segunda.
Los detonadores de las recesiones de 1974-1975 y de 1980-1982 fueron los detonadores clásicos y su desarrollo fue un desarrollo clásico: superproducción en los sectores clave de la expansión precedente (automóvil, construcción inmobiliaria, acero, petroquímica, etc.), baja de la tasa media de ganancia, agravación de las tendencias especulativas e inflacionistas, obligación para la burguesía de iniciar una política deflacionista, desocupación en rápido ascenso y, debido a esto, contracción del mercado interior, concurrencia interimperialista e interimperialista acentuada, con ascenso del proteccionismo y contracción del mercado mundial.
Ciclo industrial y ondas largas
El hecho de que Marx haya puesto en descubierto los mecanismos fundamentales, estructurales, de las crisis de superproducción capitalista, implica que hay rasgos fundamentales, estructurales, comunes entre todas estas crisis. Pero no implica' que todas las crisis son estrictamente idénticas. Cada crisis representa de hecho una combinación de rasgos generales y de rasgos particulares. El mismo Marx analizó en detalle los rasgos particulares de una serie de crisis que él vivió, como la crisis de 1857-1858 y su aspecto monetario, y la de 1861, ligada a las consecuencias de la Guerra de Secesión en Estados Unidos.
No puedo analizar en detalle todos los rasgos particulares de las crisis de 1970-1971, de 1974-1975 y de 1980-1982. Pero quiero insistir sobre un aspecto esencial de esta combinación de rasgos particulares y rasgos generales de las crisis actuales: la combinación entre el ciclo industrial septenal o sexenal, y la onda larga de tendencia depresiva que comenzó manifiestamente hacia el fin de los años 60. Esta sucedió a una onda larga expansiva que se extiende de 1948-1949 a 1968 (salvo en los países anglosajones, donde comenzó sin duda hacia 1940).
Esta combinación entre ciclo industrial clásico y onda larga depresiva tiene consecuencias considerables sobre la evolución económica a medio y largo término. Tiene consecuencias igualmente importantes en el plano social y político.
La onda larga depresiva actualmente en curso se caracteriza por la "vulgarización" de las innovaciones tecnológicas iniciadas durante la onda larga expansiva precedente, lo cual es por otra parte una característica general de las ondas largas de estas dos tonalidades fundamentales diferentes.
En la práctica esto quiere decir tres cosas: 1) mantenimiento de una tasa de crecimiento anual, bastante elevada, de la productividad; 2) baja y hasta desaparición de la "renta tecnológica", de las sobreganancias monopolísticas de los grandes trusts, incluidas las "multinacionales", lo cual contribuye a deprimir la tasa media de ganancia; 3) descenso considerable de la tasa media de crecimiento de la producción, que permanece durante largo tiempo inferior a la tasa de crecimiento de la productividad. El resultado es claro: a la vez, el aumento de la desocupación y la ofensiva de austeridad de la burguesía se mantendrán durante un largo período, independientemente de lai, fluctuaciones cíclicas de la producción anual.
Para no hablar más de la desocupación de los países imperialistas: subió de 10 millones en 1970 a 15 millones en 1975, a 20 millones en 1978, a 30 millones en 1980, a 35 millones en 1983, y alcanzará 40 millones en 1985, independientemente de la recuperación en curso. Por otra parte se trata de estadísticas que subevalúan fuertemente la realidad, pues no incluyen a todos aquellos y aquellas que, como lo dicen tan elegantemente los ideólogos burgueses y pequeñoburgueses, "han abandonado el mercado del trabajo" habiendo perdido toda esperanza de encontrar un empleo. Se trata ante todo de las mujeres rechazadas hacia los hogares, y de los trabajadores inmigrados rechazados hacia su país de origen.
En el marco de la onda larga depresiva, ha habido desincronización cíclica entre la crisis que castiga a los países imperialistas, y la crisis que castiga a los países semicolóniales y los países dependientes semindustrializados. Especialmente estos dos últimos han podido mantener una tasa de crecimiento relativamente elevada, sobre todo en México, en Brasil, en Corea del Sur, en India, en Taiwán y en una serie de los países de la OPEP. Pero a partir de 1980, la situación cambió radicalmente. Hoy los países llamados del "Tercer Mundo" leven golpeados duramente por la crisis.
Algo importante de señalar es que Marx menciona todo los sintomas de las crisis economicas y en epecial eta del capital ficticio el tomo 3ro del capital en el cual nos explica y señala el inicio, desarrollo y funcionamiento del mismo, lo que nos da una clara idea e lo motivos de la misma
ResponderEliminar